miércoles, 23 de septiembre de 2009

Del Grito de Alcorta al chacarero multinacional



Cuatro analistas estudiaron las alternativas del conflicto planteado por las patronales rurales a raíz de la aplicación de las retenciones a las exportaciones. (Publicado en El Extremo Sur, Comodoro Rivadavia, septiembre de 2009)
por Gerardo Burton
geburt@gmail.com


NEUQUÉN.- Un análisis del conflicto entablado entre las patronales rurales y el gobierno de Cristina Fernández reúne a cuatro analistas con dos denominadores comunes: forman parte del plantel docente de la Universidad Nacional del Comahue e integran el grupo Carta Abierta en Neuquén, cada uno desde su militancia o adscripción política anterior y diversa.
Se trata de desentrañar las relaciones existentes en la sociedad argentina y en sus componentes en el período comprendido entre el 11 de marzo de 2008, cuando se anunció la resolución 125 que modificaba las retenciones a las exportaciones agrícolas.
El desenlace ocurrido meses después, con el voto no positivo del vicepresidente Julio César Cleto Cobos y el estudio de las acciones y posicionamientos de cada sector sirven de pretexto para tomar el desarrollo de la vida rural y campesina en la Argentina y la evolución de los modos de producción desde el Grito de Alcorta a la fecha y establecer las tensiones entre lo instituyente y lo destituyente.
El trabajo también estudia la composición de la población rural, cuáles son las unidades productivas según las variaciones impuestas por la economía mundial y su inserción en el desarrollo capitalista.
El análisis económico fundamenta, en primer término, la legitimidad de las retenciones a las exportaciones para generar protección del mercado interno, favorecer los procesos de equidad social y sostener las políticas estatales de estabilidad laboral y asistencia a sectores vulnerables y excluidos. Por último, se aborda una caracterización de la vida democrática en la Argentina en el reciente cuarto de siglo, a partir de la retirada de la dictadura cívico-militar y la restauración institucional.
El libro “El sector agropecuario. Evolución y conflictos recientes” contiene cuatro ensayos que fueron otras tantas exposiciones en encuentros de Carta Abierta en la capital neuquina: “De Francisco Netri a Alfredo de Angeli (las mutaciones del mundo chacarero)”, por el historiador Enrique Mases; “Cuando nos referimos al campo, ¿en qué campo pensamos?”, del sociólogo Demetrio Taranda; “Las retenciones y la política económica argentina”, por el economista Humberto Zambón, y “Política, democracia, partidos y lo destituyente en tiempos del conflicto”, por el también historiador y analista político Gabriel Rafart.
Fue publicado en junio de este año por Educo –la editorial de la Universidad del Comahue- y significó un importante aporte a la discusión ante la casi uniforme muralla ideológica de los medios de comunicación social, nacionales y regionales, en la materia.
Se estudian los contenidos de la democracia electoral, ejercida durante un largo lapso del período institucional posterior 1983, los cuestionamientos surgidos tras la caída del gobierno de Fernando De la Rúa en 2001 y la crisis posterior.
A los fracasos de una democracia meramente electoral que en lo económico coincide con una supuesta teoría del derrame de la riqueza se contrapone la iniciativa de los gobiernos de Néstor Kirchner primero y Cristina Fernández después, a la que se califica como “progresista de contenido nacional, popular y reformista”.
Ese impulso se traduce en la “decisión de apropiarse de un mayor porcentaje del ingreso nacional sin arriesgar la estabilidad macroeconómica”, según José Natanson, citado en el ensayo de Rafart.
La inercia de las políticas de Néstor Kirchner que conformaron las primeras acciones de la presidenta Fernández contribuyó a obstaculizar su gestión y entorpecieron el proceso instituyente. Pero no fue el único ni el principal factor.
En efecto, durante los tres primeros meses de su mandato hubo profundos cuestionamientos –el primero, por ejemplo, fue de Elisa Carrió cuando calificó el voto ciudadano y urbano y denostó el voto kirchnerista por supuesto clientelismo- que se reprodujeron y multiplicaron en los medios de comunicación social y por los periodistas alineados con esas empresas sin el menor juicio crítico.
Así, un conglomerado de “fuerzas políticas y sociales” –denominación que intenta poner forma a lo informe- reunió a los descontentos con el proyecto kirchnerista, el sector más conservador del justicialismo –Carlos Reutemann, Felipe Solá, Juan Schiaretti, entre otros-, sindicalistas –Luis Barrionuevo, Armando Cavalieri, Jerónimo Venegas- y la versión siglo XXI de la Federación Agraria Argentina con las entidades más conservadoras y antipopulares.
El sostén social de este movimiento fue el discurso de la antipolítica: existe en la clase media argentina y en una importante franja del empresariado la convicción de que los beneficios de la política económica se deben al “viento de cola” generado por las condiciones favorables del mercado internacional. Por eso, toda intervención estatal es sospechosa y molesta, y por eso, también el “partido del rechazo” se configuró de manera tan veloz.

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