martes, 22 de diciembre de 2009

Declaración de la Pirámide de Mayo - Carta Abierta número 7



Los dos años próximos: una eternidad metida en el pliegue diario de la historia.


El tiempo que viene

El tiempo no es una abstracción sin contornos. Imperioso, es una cuchilla que nos clava fatalmente al presente. No es posible omitir la realidad coyuntural. Juraron los nuevos diputados, estremecen los robos que desembocan en asesinatos, la prensa arrecia en sus campañas, los movimientos entre las fuerzas enfrentadas no cesan.

Ante los micrófonos y en la calle se alzan voces de degüello. El gobierno rechaza las presiones y la ingerencia en la vida política nacional de un alto funcionario del Departamento de Estado norteamericano. Un nostálgico del orden dictatorial es nombrado ministro de educación de la Ciudad de Buenos Aires. Los sectores conservadores, que venían largamente agitados de antemano, han conseguido sonar verosímiles al acusar al gobierno nacional de provocar la agitación. Franjas considerables del viejo pensamiento progresista aceptan el dictamen y entregan a las derechas un inusual protagonismo. ¿Pero no hemos hablado ya de todo esto? Sí, porque en los tramos más inmediatos y condensados de la historia se presentan las tensiones del gran tiempo que se habita, las premuras, las urgencias que no dejan de conmovernos.

Pero sólo es posible iluminarla si nos sustraemos de lo más evidente de esa temporalidad. Si nos tomamos un tiempo capaz de vivirse en su maceración pasada, en la vivencia de lo heredado, pero también con una imaginación dispuesta al futuro. Hacer propio el tiempo es tan necesario como hacer aquello que ya hicimos, y en esta Carta insistimos: hacer ejercicio vivo de la palabra, juego activo con la lengua, afectuoso encuentro con sus potencias. Este ciclo que vivimos necesita replantear y fortalecer la línea persistente, pero quebradiza, de la autonomía social y popular. Se trata de hablar distinto del hablar de los medios de comunicación masivos. Distingamos nuestras urgencias de las suyas; pensemos nuestros proyectos sin sus ataduras. La coyuntura nos merece como mujeres y hombres no sometidos a sus coacciones evidentes. La crítica a los medios de comunicación es la necesaria crítica a la razón de la época y sus enseñanzas son materias reconstructivas de la comunicación tecnológica y humana. Sin ahondar en su poderosa significación, en su capacidad para crear sentido común y articular los lenguajes de las derechas contemporáneas resultará muy difícil dar la batalla cultural indispensable, esa que nos permita disputar los relatos de la patria.

Se dirá que pedimos grandes encuadres históricos cuando es preciso vivir en el fervor de una coyuntura. Alertar precisamente sobre la necesidad de una mirada que abarque un ciclo mayor de tiempo es el motivo de esta Carta. Estamos ante dos años que condensan tramos de tiempo muy vastos, en los que se jugarán para el pueblo argentino los horizontes mayores de justicia, democracia y economía pública distributiva. No nos sometemos, entonces, al dictado de la inmediatez ni a la ilusión de un plan autosuficiente, pero sí reclamamos un horizonte más amplio. Hablemos pues del tiempo por venir. Contemplar más secuencias exige interpretar el momento que vivimos con más riqueza conceptual. Una épica social debe salir de este juego entre la estructura del presente y sus puntos de condensación más dramáticos; una épica social que trabaje para un vuelco consistente de la situación, porque peligra una experiencia sustantiva en la vida política de los argentinos. Su fin puede sobrevenir, amasado por fuerzas que, expertas ya en la construcción de seductores climas de apariencia diáfana, han logrado capturar los imaginarios de un amplio sector social, allí donde no se han movilizado recursos simbólico-culturales capaces de dar cuenta del presente, aglutinar la voluntad colectiva y dar para esa voluntad colectiva una épica. ¿Cuáles serían esos trazos épicos en una sociedad desmenuzada por lógicas de acumulación y consumo que sustraen las vidas de lo público? Los sectores medios urbanos que en otros momentos cultivaron la modernización cultural y política, hoy se dejan entusiasmar por el barniz eficientista de las derechas, cuando esa tintura enmascara el huevo de la serpiente: el anudamiento de la retórica securitista, la sensibilidad del caceroleo y la defensa del terrorismo de Estado. Es necesario desarmar estos complejos acertijos, porque los dos años próximos serán una eternidad metida en el pliegue diario de la historia.

Con esa perspectiva, no decimos nada nuevo si advertimos que, sin tener asumida la dimensión latinoamericana, las acciones políticas nacionales se ven menguadas en su potencia y su horizonte. Las situaciones y las experiencias en las naciones de nuestra región son disímiles y requieren ser tomadas en relación al mundo histórico del que surgen, sin anteponer estereotipos de cofradía frente a las realidades singulares. Los recientes pronunciamientos electorales en Uruguay y Bolivia reafirman la persistencia del proceso histórico abierto con el inicio del nuevo siglo para los pueblos del continente, al tiempo que se inscriben en lo profundo de sus tradiciones populares y libertarias. Alentadoras situaciones reparatorias entran en pugna con diversas formas de restauración conservadora. En cada uno de nuestros países se juega hoy el destino de la región toda (Chile es un ejemplo elocuente), y el conjunto entero es puesto en riesgo cuando uno de sus eslabones se rompe. La cruda realidad del procedimiento golpista en Honduras obliga a nuevas modulaciones tan firmes como preocupadas que sepan, por un lado, desnudar las complicidades de los poderosos de siempre y, por el otro, desarmar las retóricas que esgrimiendo supuestas virtudes republicanas vienen a horadar a los gobiernos democráticos acusándolos (si han elegido proyectos de transformación) de ser responsables de un vaciamiento de esas mismas instituciones, como lo preanuncian los sordos y alarmantes ruidos destituyentes que suenan en Paraguay. Nuestro tiempo y nuestro porvenir merecen la profundización de la integración latinoamericana y la alertada denuncia de las políticas imperialistas.

En la sal inmediata de los acontecimientos argentinos percibimos recrudecer las acciones de un vasto bloque político que actúa para debilitar el mandato presidencial y dar por agotado un ciclo para que llegue mortecino al 2011. No nos resignamos a que un conjunto de críticas al gobierno –a las que en ciertos casos no restamos validez–, sean el pretexto para entronizar mediocres derechismos, con sus exaltadas patronales, sus monaguillos pretendidamente republicanos y sus tribunos jacobinos que hablan por izquierda para zambullirse sin disgusto en la correntada neoconservadora.

Pero no apresuremos los trazos. Muchos son los conflictos que agitan las calles de la política argentina, y verlos bajo un único régimen de significación se parece a no verlos. Algunos provienen de una extendida conflictividad social, otros de una situación inédita de polarización política, y otros expresan los temblores de una sociedad que engarza sus temores con una interpretación provista por las maquinarias mediáticas. Esto es, no debemos poner en las mismas columnas las disputas por recursos encaradas por los movimientos sociales, las acciones parlamentarias de los dirigentes opositores, las movilizaciones urbanas bajo las banderas de la seguridad. No debemos hacerlo nosotros cuando son muchos los que procuran incluirlos en una misma narración que, enlazando esas vetas heterogéneas, las haga confluir como única fuerza de demolición. No es así. Constituir otra explicitación que haga momentáneo el acuerdo parlamentario de heterogéneos grupos es necesario, así como actuar sensiblemente en dirección a las izquierdas y los progresismos sociales y políticos es ineludible para el recorrido político que defendemos, tanto como hacerlo con nuevas ideas y vocabularios. Del mismo modo, esas fuerzas están exigidas de una responsabilidad mayúscula: la de evitar su confluencia –sean cuales fueran las razones o las coartadas- con las acciones de la oposición que buscan hacer girar en un sentido regresivo el tiempo de la historia.

Las necesarias argumentaciones no se constituyen en el interior de un palacio, ni siquiera en la amistad que nos reúne en un colectivo político. Requiere entramarse con los hilos diversos de la movilización social, con las palabras recreadas de los distintos grupos, con las demandas antiguas y nuevas de una sociedad dañada. Una narrativa entonces debe ser consecuencia de una novedosa estrategia de composición y de una voluntad crítica capaz de desmenuzar la actualidad y, dentro de la actualidad, los problemas que ponen en juego las nuevas derechas, pero también los que arrastran los movimientos populares y las fuerzas gubernamentales.

Esta narración debe poder decir los nombres adecuados para hechos efectivamente acaecidos. No tiene derecho a obviar las palabras necesarias y tiene la obligación de proveer las que faltan para que no sean sugeridas por el equívoco, la mala fe o la ignorancia. Algunas medidas gubernamentales muchas veces se presentan despojadas del marco interpretativo que dé cuenta de su real importancia. Porque esa interpretación reclama una discusión sobre qué significan la idea de desarrollo, las formas contemporáneas del trabajo y la situación del Estado. ¿Qué son hoy las instituciones estatales? ¿Cuál es su capacidad de incidencia y realización de políticas para todo el territorio nacional? ¿Cuánto arrastran de modos burocráticos, cuando no de confrontaciones mezquinas por recursos escasos en las que la alusión a lo público es más una mascarada que una efectiva apuesta a su reconstitución? ¿Se han desprendido esas instituciones de lo que una profunda reconversión neoliberal instauró en ellas o adormecen sus contornos más nítidos bajo otra lengua ideológica? Cada una de las instituciones estatales puede verse como un terreno minado de conflictos entre lógicas distintas, y una de las deudas del momento es poder diferenciarlas para apostar a la expansión de sus núcleos más renovados. Las economías contemporáneas tienen vastas zonas de ilegalidad que permean, con sus lógicas de acumulación y de reparto, algunas instituciones. No estamos hablando de resonantes actos venales, sino de un funcionamiento que atraviesa la vida social y exige renovadas consideraciones éticas y políticas. Un Estado renovado debe surgir de estas críticas para hacer más creativos sus recursos y las posibilidades expresivas de sus propios trabajadores.

Del mismo modo, la movilización social no puede considerarse sin situarla, en cada momento, bajo las preguntas de su condición y legitimidad. No para menoscabarla en nombre de una empresa ordenancista, sino para considerarla en sus ambigüedades y contradicciones. La vida democrática alberga entre sus pliegues más vitales las expresiones públicas y las luchas por derechos. La experiencia gubernamental en curso supo poner como enunciado central la renuencia a la represión. Lo sostuvo, sustrayéndose con valentía a la airada vociferación del orden. Esto no impide reconocer que los conflictos laborales, las representaciones sindicales, los movimientos sociales, configuran un mapa de reclamos por la justicia tanto como –paradójicamente- una superficie de disputa que a menudo se ve atravesada por el desdén hacia lo público en función de intereses privados o sectoriales. Nuestro país tiene profundas reservas democráticas, las tiene en su idea del conflicto, en los usos de las calles, en su sistema educativo. Y ninguna de esas prácticas está eximida del riesgo de caer en alguna forma de cooperación involuntaria con la destrucción de la vida colectiva.

Un Bicentenario con compromiso social

Sigamos revisando lo que acucia. Cuestiones como la de la seguridad exigen un trato capaz de abrevar en las fuentes profundas de la democracia argentina, no para negarlas en tanto problema sino, por el contrario, para sustraerlas de la gritonería linchadora. La vida en las grandes metrópolis mundiales registra la dificultad de resolver los abismos en los que caen porciones enormes de poblaciones desplazadas. Actos de violencia irracional son llevados a cabo al servicio de una economía ilegal que a veces involucra tramos oscuros del mismo Estado. Existen distintos estratos de culpabilidad para tratar esto, lo que no excluye la interpretación exacta del momento culpable en que alguien dispara un arma homicida. Es para bien del conjunto que hay necesidad de mantener una sociedad abierta, sin concesiones a las formas medievales de vindicta. Leer con perspectiva crítica una escena urbana atravesada por complejas formas de anomia y de violencia no puede hacernos soslayar la significación que estos dramas de lo cotidiano tienen en el interior de las conciencias públicas y privadas. El dolor que vuelve fundamental al tema, exige apartarlo de los argumentos premoldeados de vendetta disfrazada de nuevos ordenamientos socialmente regresivos. Son las derechas a cielo abierto las que se solazan cada vez que una voz humilde grita su desgarramiento. Argumentos que ni siquiera deben tener forma argumental: les basta con golpes comando de sensiblería y gimoteo, no el auténtico dolor de las víctimas sino el inducido por el gabinete de asesores en el marketing lagrimeante. El progresismo no ha sabido tratar estas cuestiones. Ni el problema del Estado, ni las características de las luchas, menos aún la violencia de las sociedades contemporáneas. Esa incapacidad abona la causa de aquellos que creen resolver los dramas reales con el grito de orden. No olvidar de qué modo la travesía del miedo suele concluir en el sumidero del autoritarismo y la represión socialmente aceptados no es menos imperioso que advertir la importancia de las operaciones de construcción del miedo cuando de agudizar la sensación de fragmentación en la vida cotidiana se trata. Si no se resuelve la sensación de miedo, la vida política no encuentra cuerpos suficientes para encarnarse y desplegarse en toda su magnitud.

Es necesario responder con imaginación específica y trazar razonamientos de largo plazo, en estos asuntos y en todos los que inquietan y demandan soluciones concretas, sean muy visibles o no. También configurar un mapa de encuentros y alianzas que procuren la preservación de las mejores políticas desplegadas en estos años. Se requieren, por ejemplo, observaciones más agudas sobre el movimiento social y las orientaciones democráticas que se mueven en el ámbito de las representaciones laborales, y en esa dirección, son bienvenidas las medidas cautelosas pero progresistas en relación a los trabajadores del subterráneo. Esto en lo inmediato, en lo que llamamos la cuchilla del presente, pero todo punto complejo del presente irradia hacia adelante. Creemos en una Argentina con esferas y agremiaciones sindicales en las que, a la vez que resuene la voz del tradicional movimiento obrero, también los nuevos movimientos puedan esbozar sus primicias, actuando con la lucidez que requiere un país sometido al ataque de fuerzas reaccionarias bien conocidas.
No hay hilos conductores pensados de antemano que puedan conducir los hechos a su puro arbitrio. Pero un sentido general de los hechos políticos puede y debe ser enunciado por parte de un arte de gobierno. Se vuelve imprescindible desplegar los trazos que vayan diseñando un proyecto capaz de irradiar convicción y entusiasmo, figuras sin las cuales la política queda huérfana de actores y prácticas fundamentales para realizar toda voluntad transformadora. Romper el hechizo neoliberal de los noventa implica regresar creativamente sobre una idea de política que sea portadora de una amalgama de sueños utópicos y de proyectos históricamente realizables. Es necesario recorrer el Bicentenario y el año 2011 munidos de una nueva imaginación pública, democrática y movilizadora. Lo solemos denominar un proyecto y más modestamente un plan, un tejido de previsiones. ¿Se le puede imponer a la historia una retícula cargada a priori? Sabemos que no. Pero una previsión general sobre el devenir puede y debe ser explicitada. Convoquemos nuevos pensamientos para hacer leyes sociales, reformemos la educación para elevar su nivel teórico y social, y para que el justo afán de sus luchas gremiales no descuide una convivencia productiva con la preservación de la escuela pública como sujeto social atesorado en la memoria democrática argentina.

La realidad de la escuela pública habla, con la gravedad de un alerta, sobre el destino completo del país. Su fundación estuvo entre los logros más relevantes de una política laica y republicana que funciona como la imagen invertida de lo que llaman republicanismo las derechas contemporáneas. La actualidad de la educación pública exige una transformación profunda, capaz de retomar su sentido democrático. En la década del noventa, bajo la idea de reforma se hizo trizas el sistema educativo. No sólo por una cuestión de escuálidos presupuestos, también porque se dejó cada región y cada escuela a su suerte, y el Estado nacional se privó de la facultad de intervenir en programas, en regulaciones y en la formación docente. Porque no fue sólo un problema económico, es que los dramas de la educación pública actual no se resuelven con la bienvenida expansión presupuestaria. Son problemas no tan sólo de calidad, sino de sentido, de formación y de derechos. Porque una escuela pública disminuida es un mecanismo de profundización de las diferencias sociales, como lo prueba el incesante crecimiento de la enseñanza privada. Lejos de la escuela igualadora, estamos ante el abismo de instituciones que en muchos casos acentúan la polarización social.

No decimos con esto que haya vacancias de medidas sociales destinadas a disminuir esa polaridad. Las hay y de profundo alcance. Las hay que portan una innovación profunda como son la universalización de la asignación por hijo y el programa de ingreso social con trabajo. Porque si la primera parte de reconocer el derecho de los niños más allá de la situación del empleo; la segunda sitúa un hito en las apuestas a las capacidades organizativas de los sectores populares y profundiza un vínculo virtuoso entre la vida popular y las instituciones estatales.

La política es una apuesta sobre el tiempo que vivimos y el tiempo que adviene. No debe quedar encallada en la nostalgia de un pasado irreversiblemente ido ni en un posibilismo incapaz de escapar a su propia orfandad de futuro. Es así que son necesarias imaginativas movilizaciones en la ciudad y en la mente colectiva dispuesta a la aventura del pensar crítico. Un hito legal se ha instituido: la ley de servicios audiovisuales. Ahora, precisamos canales mediáticos de expresión renovada, poéticas comunicacionales y a la vez un nuevo rigor en la información que recree la objetividad pública de las noticias. Un país no puede vivir facciosamente todos los años de su historia, pues para atrás, no sabrá interpretar su linaje, y hacia delante, se deshace.


La Pirámide

Modesto monumento republicano, la Pirámide de Mayo testimonia un recorrido, la necesidad de evaluarlo y el deseo de no postergar el anuncio concertado de nuevos proyectos. Los gobernantes deben hacerlo. La sociedad argentina también debe hacerlo sin ira y con pasión transformadora. El Bicentenario y el 2011 no deben transcurrir huecos de imaginación. Es preciso detener a las fuerzas conservadoras que se mancomunan para el batacazo. Podremos hacerlo con despliegues públicos de la economía justa y soberana, propuestas educativas que favorezcan la lucha por el conocimiento clásico, moderno, técnico y humanístico, con nuevos horizontes del pensamiento social, científico y tecnológico. Todos podemos presentar nuestros enunciados. Invitamos a hacerlo y este es el momento. Lo decimos frente a la Pirámide, con ánimo fundador que se sabe deudor de lo mejor de su pasado, obelisco sugerente de la presencia conductora del pueblo histórico y del pueblo que busca respuestas inmediatas. Somos parte de ambos pueblos.

¿A quién le hablamos? A las conciencias desprovistas de gratuitos ensañamientos. A las conciencias provistas de la tolerancia necesaria para evaluar aciertos y deficiencias. Por suerte son mayoritarias esas conciencias. Pero es preciso pronunciar las palabras adecuadas para abrir sus corazones. ¿Estamos seguros de poder hablar? Frente a la Pirámide es necesario decir: hablar reclama del ejercicio de múltiples direcciones de discurso y acción. Pero no se trata de la comunión de todos los santos. La Pirámide deberá decirle no a las abstracciones publicitarias euforizantes que se presentan como plan de gobierno, lo mismo da un Lacalle, un Cobos, un Piñera o un De Narváez, o desarrollismos que se llaman productivos para no pronunciar –como Duhalde– el verdadero nombre de un giro a la derecha. Cualquier proyecto de transformación igualitario y democrático debe buscar sus enlaces con la anómala experiencia política abierta en el 2003. No son tolerables los retrocesos ni las menguas, como pretenden los adalides de la restauración. Pero la persistencia de los hechos más valorables no es concebible si muchos de los que dependen de su destino no son conmovidos por la revelación de ese enlace. No para sumarse o aprobar a ciegas, sino para ser protagonistas directos en un pie de igualdad de una tarea común en una etapa nueva.

Habrá que bosquejar un tejido de previsiones, un proyecto sensible a las exigencias de la época, promovido a la manera de una gran convocatoria social. Ni el Bicentenario puede ser un conjunto autosatisfecho de celebraciones ni el 2011 pura reiteración de lo ya hecho. Perdura lo que cambia y cambia lo que sabe barajarse de nuevo. Se precisa una política que aglutine voluntades. Que provea un armazón de signos donde cobijar los hechos aislados, a veces necesariamente incompletos o atomizados, que caracterizan una sociedad argentina con convicciones astilladas. Es necesario admitir que las convicciones han sido suplantadas por cábalas, intrigas y maquinaciones, aunque ningún cenáculo de conspiradores pueda ser superior a la historia socialmente abierta.

Sugestivo monolito, la Pirámide de Mayo tiene en su interior otra pirámide y en su exterior, la plaza que la rubrica con sus sonidos. ¿Qué escuchamos? ¿Qué intuimos? Que revistiendo una esperanza hay otra esperanza, como verdadera moral de los insistentes. Que el pueblo quiere saber de qué se trata en materias que van desde una seguridad ciudadana, que no surge de la voz de los trogloditas, a una política económica que lo tenga como protagonista, una economía con el universo de soberanías eficientes que el hilo conductor de nuestra historia siempre ha reclamado. Sin concesiones a las formas más cuestionables de la globalización. El sujeto popular, a la vez, debe ser definido como origen y destinatario de toda perseverancia y convenio político. No es una condición premasticada sino el hecho a investigar por las políticas de la hora y las intervenciones estatales. ¿Qué tipo de instituciones harían posible la participación y el protagonismo popular?, ¿qué tipo de actividad de escucha y de consideración haría posible la expansión de los derechos?

La Pirámide: lugar de una invocación o de un llamado. Le habla a los que procuran ahondar las medidas de justicia desde la centroizquierda, a los movimientos sociales, a los sindicatos en su reflexión madura sobre nuevas representaciones del trabajo, a las izquierdas que unan la pasión de un legado a las duras enseñanzas recibidas, a los liberales capaces de juzgar sin odios redundantes, al peronismo en su archipiélago incesante, buscando nuevas palabras orientadoras para sostener los cambios de época y una nueva época de cambios. ¿Y cómo se debe hablar? No hay otras fórmulas que la que proviene de haber escuchado a todas estas insignias y formaciones antiguas o recientes de la sociedad argentina.

Escuchemos las voces. La economía justa reclama que las explotaciones de la naturaleza, las políticas extractivas y agropecuarias atiendan los reclamos de los movimientos que cuidan la casa común del hombre. Se deben presentar los pliegos perseverantes que privilegian la emancipación y decir de qué modo en los años venideros se deberán realizar y promover esas economías de la tierra sin ofensas al medio ambiente y sin arbitrariedades en la esfera de la custodia eficaz de los recursos que provee. No en nombre de un ecologismo globalizado que considera esas cuestiones con olvido de su horizonte de realización. Más bien, desde la perspectiva de las ideas que, surgidas de los socavones mineros, las organizaciones campesinas o los saberes de los pueblos originarios, reclaman formas no destructivas del trato a la naturaleza. Una economía más justa reclama también una revisión del sistema de transporte, que coloque al ferrocarril en su centro. Razones hay de todo tipo para hacerlo. Económicas, sociales, laborales, de integración regional. Dificultades también de todo tipo: las brutales concesiones y desguaces realizados en los noventa dejaron una escena catastrófica, pueblos abandonados, vías levantadas, estaciones cerradas, material vendido como chatarra. Y otro tanto cabe decir del hospital público y las políticas de atención primaria de la salud, aún no recuperados de la devastación sufrida en los 90 con el único propósito de convertir a la enfermedad en un negocio, manejado por mafias y grupos empresarios privados que siguen cobrando millonarios dividendos y víctimas.

Economía con autonomía creativa, decimos entonces. Aludimos a la revisión de lo que por momentos es sancionado como imposibilidad y al salto necesario sobre las vallas que restringen la redistribución de los ingresos. Uno de esos obstáculos continúa siendo el trabajo no registrado, fuente inagotable de inequidad y atropellos que afecta a poco menos de la mitad de la mano de obra ocupada. Tributos más progresivos y un sistema impositivo renovado son imprescindibles si el horizonte es el de la distribución de los recursos económicos hacia los más desposeídos. La reforma financiera lo es para orientar el flujo de los capitales a zonas de rentabilidad social y ampliación laboral. Nos espera un duro trabajo de demolición de los valores y las prácticas de la injusticia y de la desigualdad que se han vuelto parte de un sentido común naturalizado por los ideólogos del mercado y de su inexorabilidad incuestionable. Esfuerzos de la inteligencia y del compromiso que tramarían los hilos subterráneos de las casi desvanecidas memorias de la equidad y de la solidaridad.
Los nuevos facciosos han avanzado mucho. Se presentan en nombre del interés general. Han fabricado la figura de los gobernantes advenedizos, del falsario y del impostor para señalar a una experiencia política que, sin embargo, en una fisura inesperada de la historia, originó cambios a partir de 2003, los balbuceó de improviso, indudablemente con menguas y desperfectos pero abriendo un surco sin el cual seguiríamos encerrados en la pura lógica de lo testimonial. Y muchas veces los plasmó con oportuno sentido de la excepcionalidad que encarnaban. Una parte de la sociedad y el invisible esqueleto minoritario que anima los cánones de la conflagración general contra el gobierno, combate las aspiraciones generales a la transformación de la vida colectiva. Están más activos que nunca los destituyentes mientras a los constituyentes nos hacen aparecer como errantes en un desierto por apoyar a un gobierno democrático. La palabra corrupción, la palabra seguridad, están listas para provocar el escandalizado martillazo final. Son cuestiones graves, para las que hay desechar las soluciones inmediatistas de una derecha que asume aspiraciones militantes, y las de periódicos que dan como noticia buena el fruto de un activismo social que antes repudiaban y en el fondo siguen repudiando, pero que es motivo de festejo si permite la zancadilla y el escarnio que irá a mellar los ámbitos gobernativos. La política mundial está munida sin excepciones de recursos sigilosos y economías favorecidas por tratos excepcionales realizados en las penumbras, tema sobre el cual, en nuestro caso, hay que intervenir más enérgicamente y al mismo tiempo, señalar la diferencia entre hechos reales acontecidos y el modo en que se apodera de ellos el elenco estable de gacetilleros de la desestabilización.

El lenguaje ha sido detonado por dentro. La Pirámide en su intencionada mudez no puede aceptarlo. No puede ser ella el sepulcro de la memoria del pueblo argentino y la pérdida de sus nociones orientadoras de progreso y crítica. No puede contemplar pasivamente el espectáculo de los que se frotan las manos cada vez que una porción popular se opone con masculladas injurias a las mismas medidas que objetivamente los favorecen. ¡Algo grave ha pasado! A la objetividad le falta subjetividad; a la intimidad le falta constitución pública efectiva. Una parte del país recibe con apatía lo que debía reanimarlo, y los que perciben su misión reanimadora cargan vacía, demasiadas veces, la mochila del largo plazo, del lenguaje material y efectivo de la promesa a ser cumplida. Precisamos ver nuevamente la política como promesa y proyecto. Y la precisamos ver todos, incluso quienes aún no sospechan que formarán parte del tendal de víctimas de los descabezadores y aplanadores que no se detendrán en un gobierno ni en un sector social –la historia argentina es pródiga en ejemplos–, a la hora de la cosecha y la revancha.

La situación actual, tan compleja que es, sigue manteniendo sin embargo una apertura histórica. Es necesario saber que las operaciones de cierre de ciclo que pululan por doquier tienen a su favor el estado real de agrietamiento en la opinión general, sometida a operaciones de escepticismo, folletín moralizador y miedo. La cancelación de expectativas es un martilleo diario. ¿No lo escuchamos presentado de muchas maneras? Con gravedad, con inocencia, con taimadas denuncias ante los gobiernos extranjeros. En el colmo de la estulticia, son acusaciones permanentes que minan la creencia pública, pues lo importante es generar el cuadro mayor de incredulidad y el hartazgo. En nombre de la política procuran la despolitización general. El enredo argentino está elaborado con la estopa de la desesperanza y la incredulidad. Desde un pastoso anonimato, gritos tenebrosos dicen ¡basta! y al no declarar su autoría parecerían una voz popular extensa cuando sólo es la saña amplificada de los juramentados a favor del gran retroceso.

Es necesario crear e imaginar nuevos lenguajes. La Pirámide es símbolo laico y profundo de un republicanismo democrático y social, no de un republicanismo que haga retroceder a la democracia. En ella, la idea de patria es una memoria que viene de la infancia y adquiere la gravedad de un mejor destino para todos. Puede entonces desprenderse de las visiones que finalmente la condenan a ser mera rememoración de los hechos bélicos fundantes. Liberada de ampulosas y gastadas atribuciones, puede también acoger a todos aquellos que hoy habitan el suelo argentino y muy especialmente a los contingentes migratorios que hacen realidad, en estas calles, este momento de nuestra América. Son, por eso, la de patria y la de república, ideas capaces de tramarse con formas políticas nuevas y en gran parte ajenas a las tradiciones que aquellas palabras connotan. La Pirámide fue un lenguaje nuevo con las madres de Plaza de Mayo y sigue siendo a la vez clásico. Es la forma geométrica y conmemorativa de los antiguos, viviente en las culturas milenarias de los pueblos americanos preexistentes y de los revolucionarios que inauguraron el siglo XIX sudamericano. Este lugar nos reclama hablar de otra forma de problemas antiguos y releer la historia para tratar problemas nuevos. Los nuevos lenguajes no deben ser innecesariamente complejos ni presentados como exhalación de preclaros individuos, sino descubrimientos a los que debemos abrir nuestra conciencia. Partes redimidas de todos los lenguajes anteriores deben habitar en él. Se trata de combatir la estridencia de voces necias con una soberanía de pensamiento de los más; se trata de la emancipación siempre dificultosa de nuestros propios costumbrismos para poder hacer justicia a los hechos con la narración que les correspondería. Por la necesidad imperiosa de recuperar lenguaje y memoria, por darle curso a sueños y poéticas emancipatorias, leemos esta carta en el corazón de una patria urgida y que nos reclama intensidad reflexiva, pasión del espíritu y compromiso con el pueblo al que pertenecemos.

sábado, 31 de octubre de 2009

La fiesta invisible

(nota publicada en Página 12 el 31 de octubre de 2009)


Por Sandra Russo
Hay un país a la vista que tiene la piel irritada. Ese país, ese lado del país, ese costado, es el de exhibición permanente. La parte por el todo, metonimia. No a todos los sectores ni a todas las interpretaciones del país se las cuelga de la misma cantidad de ventanas. Hay una banda de sonido permanente en los medios, música funcional, que refuerza la idea de que la que cantamos es una mala canción.

Los grandes medios, después de la promulgación de la ley, han perdido todo decoro. El relato alcanza niveles de ficción tan fuertes que a Mauricio Macri no le parece disparatado sugerir que fue Kirchner el que mandó a pinchar los teléfonos. Hay dirigentes de la oposición que denuncian que están entrando armas a Ciudad Oculta y al día siguiente, después de haberlo amplificado hasta el hartazgo, el coro trágico se pone a hablar de otra cosa.

Todo pasa, todo pasa, viajamos en un tiempo que es una calesita, giramos por los insultos más fuertes que se hayan escuchado en democracia, por las acusaciones más canallas que después se olvidan, bebemos la bilis de los oradores, la danza de los fantasmas, la queja perenne, la distorsión maníaca. El debate político se presenta como un combate con vencedores y vencidos. Es imperioso sembrar la desconfianza. Elisa Carrió también dice que el poder está “usurpado”. Todo se escucha como lluvia: somos quien oye llover.

Los periodistas hemos quedado a los dos lados del río y llueven los cascotazos. Es difícil soportarse, entre unos y otros, y a uno mismo. La vida se volvió incómoda. Está plagada de ráfagas de indignación. Quizá por suerte seamos muy poco corporativos y no hayamos entrado en la Danza de los Colegas cuando llegó el momento de tomar posición. Nunca fuimos neutrales, después de todo. No tenemos manera. Estamos condenados, como todos, a las perspectivas.

Dicen que hay mucha gente que tiene mucho miedo, que los mozos y las mucamas se han vuelto sospechosos. El público de Mirtha Legrand lo cree. Ella se manifiesta así. Y por qué no habría que creerle. Hay mucha gente asustada. Pero no se entiende muy bien qué les da miedo. Cuál es el objeto de su revulsión.

Y sin embargo, en el medio de este tole tole que nos tiene a todos unidos por el agotamiento, pasan cosas sorprendentes. Cinco millones de niños hijos de desocupados o trabajadores informales tendrán un ingreso mínimo. Lo que vale una camisa en un negocio del Alto Palermo. Una tajadita. Una bienvenida a la vida, reconociéndoles lo que hoy no se les reconoce: que son personas. Las más débiles. Las que hoy mismo, como antes sus padres y sus madres, no tienen mucha conciencia del avasallamiento del que son víctimas constantes. El hambre es un crimen, sostienen los Niños del Pueblo de la CTA y las organizaciones sociales. Y qué hay con las organizaciones sociales, que algunos están descubriendo ahora, después de varios años sin piquetes. Ellas son las que más han hecho por los pobres que nos dejó el menemato. Ellas son los mismos pobres organizados. Algo de eso es lo que tiene alteradas a las señoras. Porque una cosa es ayudar a los pobres y otra que a los grasitas se les ocurra disputar poder. Las señoras no se lo plantean en estos términos. El antiperonismo tiene un fuerte carácter esteticista. Lo negro en general espanta. La política se vuelve estomacal: lo blanco no traga a lo negro.

Los spots contra la ley de medios siguen tronando en la pantalla y ahora vendrá la SIP a darles la razón a los ofendidos, y muchos insistirán en que en la Argentina no hay libertad de prensa, mientras siguen con su relato de Guerra Fría. El Estado totalitario que oprime la libertad de expresión. Esta semana me llegó por correo el libro de Pascual Serrano Desinformación. Cómo los medios ocultan el mundo. Tiene prólogo de Ignacio Ramonet. El punto de vista es muy interesante. Tanto Ramonet como Serrano se preguntan cómo funciona la censura en democracia. Me permito introducir este gran tema, el primero que ocultan los medios. No es ninguna casualidad que todavía mantengamos tan obstinadamente en la cabeza un fantasma más compatible con la ex Europa del Este que con la actual América latina. ¿Cómo funciona la censura en democracia?

En todo el mundo, los medios están viviendo un fenomenal proceso de concentración. El poder que disputan no es tan mal visto como el que disputan los grasitas. Los propios medios se encargan de que su causa y su inercia, que es la concentración, sea una causa humanista. En nombre de la libertad de expresión la Fox quiere convencer a los norteamericanos de que Obama quiere alinearse con Chávez.

“Es obvio que la censura ya no funciona por restricción, o por amputación, o por supresión, como lo hace en países donde se mata o se encarcela a los periodistas o se cierra un periódico”, dice Ramonet. Y vuelve a preguntarse lo mismo que Serrano: ¿Cómo funciona la censura en democracia? El libro entero es un intento de respuesta. Pero admite Ramonet que “lo que sí ocurre es que hay mucha información que no circula, porque hay sobreinformación. Hay tanta, que la misma información nos impide –como un biombo o una barrera– acceder a la información que nos interesa”.

Puede que cada tanto nos embargue la sensación de que estamos viviendo momentos de una intensidad impensada, y que esa sensación se alimente con las sensaciones de otros. No había pasado antes que la pobreza fuera utilizada como una chicana más, como la perenne y evidente prueba de un fracaso. Tampoco había pasado que un guante como ése fuera recogido tan pronto, y que de esta coreografía estúpida que baila la oposición de derecha finalmente salieran los primeros pasos de millones de niños hacia el horizonte de su propia ciudadanía.

Link a la nota:
http://www.pagina12.com.ar/imprimir/diario/contratapa/13-134432-2009-10-31.html

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sábado, 26 de septiembre de 2009

Este Gobierno se la busca



Ah, si este Gobierno no se metiera con la ley de Medios. Si en lugar de querer dejar sin trabajo a Silvestre y Bonelli, y si en lugar de querer empobrecer a Magneto y a la señora de Noble, y a Vila y a Manzano; y si en lugar de hacer enojar al rabino Bergman y obligarlo a fabricar slogans pegadizos y tener que cambiarse continuamente los kipás caros para salir en el programa de Mariano Grondona, este Gobierno tendría una hinchada vip y no una hinchada camionera que ahora tiene. Y si en lugar de haber permitido esta Corte Suprema con jueces y juezas libertinos que en cualquier momento aprueban el casamiento de hermafroditas y dejan que la novia con bigotes se vista de blanco; y si no se metiera en revoluciones ajenas, de tipos con sombreros caribeños que para lo único que sirven es para retobar a los pueblos originarios que se mantuvieron mansitos tantos siglos. Y si no insistiera en cobrarle impuestos al Campo y en decirle a los tamberos cómo tienen que ordeñar las vacas. Si devolviera Aerolíneas Argentinas, y se retractara de haber estatizado las jubilaciones privadas. Para qué insiste este Gobierno en querer regular la economía que si se la dejara en libertad haría una Argentina grande y llena de inversores y de sojeros patrióticos. Este gobierno se la busca. ¿No le bastaba con los jubilados existentes, que triplicó la incorporación de nuevos jubilados?
¿Qué necesidad tenía de dejar que siguiera creciendo la cantidad de asaltantes y de violadores? Como dice Macri, este Gobierno se la pasa pensando algo perverso las venticuatro horas del día. Después que no digan que no se la busca. Ah, si este gobierno se dejara de molestar a la Iglesia con el libre consumo casero de marihuana, con el aborto delivery y con la persecución a sacerdotes que cumplieron con su deber durante la dictadura.
Y si no hubiera buscado nietos de desaparecidos que estaban lo más panchos, hoy cientos de nietos seguirían felices con sus padres adoptivos en lugar de ser pacientes de psicoanalistas. Qué bien que le iría a este Gobierno si no hiciera las cosas que hace. Y mejor aún le iría si se dejara de joder con esa idea del garantismo, para asesinos que deberían ser fusilados antes de costearles un juicio. Si no se hubiera encaprichado con las retenciones, hoy Cobos sería un vicepresidente tranquilo. Republicano.Y resolvería sus fantasías sanamente corriendo maratones.Y no habría tanta gula destituyente; y la oposición opositora recobraría la partícula “sí” en su lenguaje. Si este gobierno no hubiera querido controlar el dólar, hoy los argentinos volverían a estar felices y también felices estarían los devaluadores y los del Cema. Y los operadores que soplan el riesgo país porque a ellos el riesgo, los refresca. A lo mejor este gobierno se merece los enemigos que tiene. Porque paradójicamente son sus enemigos los que más lo mejoran.
Vínculo: http://orlandobarone.blogspot.com/2009/09/este-gobierno-se-la-busca.html

jueves, 24 de septiembre de 2009

Foro por una comunicación democrática


Se constituyó en Neuquén con el aporte de varias organizaciones de la sociedad, sindicatos, partidos políticos, agrupaciones y aportes individuales. Se pidió una entrevista con autoridades del gobierno provincial y con legisladores nacionales.



Quedó constituido en Neuquén el “Foro por una Comunicación Democrática”, donde diversas organizaciones políticas, sociales, gremiales, ong´s, periodistas y comunicadores decidieron coordinar acciones tendientes al tratamiento y sanción del proyecto de Servicios de Comunicación Audiovisual.
En este sentido se pidieron entrevistas con el gobernador Jorge Sapag y la vicegobernadora Ana Pechen. También un encuentro con los Senadores Nacionales por Neuquén, Nanci Parrilli, Marcelo Fuentes y Horacio Lores.
Por otro lado se realizará una campaña de difusión sobre aspectos del proyecto que son tergiversados, ocultados o falseados por los medios de comunicación concentrados.

DECLARACIÓN
El tratamiento parlamentario con media sanción, del proyecto de ley de Servicios de Comunicación Audiovisual nos convoca a un debate postergado en nuestro país.
Es un proyecto que democratiza el espacio comunicacional y sirve a la democratización de la sociedad.
Cada día que pasa sin reemplazar la ley de la dictadura, se mantiene vigente la doctrina de la seguridad nacional por eso es un debate que no merece postergaciones.

El proyecto de ley contempla los principios de libertad expresión, consagrados en pactos internacionales de derechos humanos. Contiene una fuerte impronta a favor de la desconcentración, tomando legislaciones de los países mas avanzados en la materia.

También recoge principios de acceso y participación a través de cuotas de pantalla y contenidos locales e incluye derechos de antena para el cine nacional.
Tiene como origen el consenso de organizaciones sociales, contenidos en los 21 puntos de la Coalición para una Radiodifusión Democrática que desde hace 5 años vienen bregando por una nueva legislación.
El Relator de Libertad de Expresión de Naciones Unidos, Frank La Rue, expresó su reconocimiento al proyecto como un modelo para el mundo no solo por el contenido sino por su elaboración.
Cuenta además con una autoridad de aplicación con participación federal: ejecutivo, las provincias y el parlamento.

Las organizaciones abajo firmantes queremos expresar nuestro respaldo a la sanción del proyecto de ley de Servicios de Comunicación Audiovisual e instamos a los diputados provinciales para que la legislatura provincial se expida en este sentido al igual que otras instituciones democráticas. Exhortamos a los senadores de nuestra provincia a apoyar este proyecto de ley elaborado con el aporte de muchísimos ciudadanos argentinos, discutido en todas las provincias e impulsado por la necesidad de voces, de más voces, para ampliar la democracia y la participación.

Partido Justicialista, Cooperativa 8300, Movimiento Evita, Frente Grande, SEJUN, CTA, ATEN, Sindicato de Prensa, Agrupación Santos Discépolo, Foro ciudadano en defensa de la Democracia, Club de Cultura Socialista, Convocatoria neuquina por la Justicia y la Libertad, Barrios de Pie, Movimiento Universitario del Sur, Las Juanas, Asociación de Músicos Independientes, Secretario de Derechos humanos de la Municipalidad de Neuquén, Sindicato AEDGI, CNP 25 de Mayo, Diputado nacional Hugo Prieto, Diputado provincial Ariel Kogan, Diputada provincial Soledad Martínez, Diputado provincial Rodolfo Canini, MUN, Concejal Darío Martínez, COPLA, Agrupación Arturo Jauretche, Sindicato de No docentes Universitarios (APUNC), Sindicato de docentes privados de Neuquén (SADOP), ATE SALUD, Carta abierta Neuquén y ciudadanos independientes.
Neuquén, 19 de septiembre de 2009

miércoles, 23 de septiembre de 2009

Del Grito de Alcorta al chacarero multinacional



Cuatro analistas estudiaron las alternativas del conflicto planteado por las patronales rurales a raíz de la aplicación de las retenciones a las exportaciones. (Publicado en El Extremo Sur, Comodoro Rivadavia, septiembre de 2009)
por Gerardo Burton
geburt@gmail.com


NEUQUÉN.- Un análisis del conflicto entablado entre las patronales rurales y el gobierno de Cristina Fernández reúne a cuatro analistas con dos denominadores comunes: forman parte del plantel docente de la Universidad Nacional del Comahue e integran el grupo Carta Abierta en Neuquén, cada uno desde su militancia o adscripción política anterior y diversa.
Se trata de desentrañar las relaciones existentes en la sociedad argentina y en sus componentes en el período comprendido entre el 11 de marzo de 2008, cuando se anunció la resolución 125 que modificaba las retenciones a las exportaciones agrícolas.
El desenlace ocurrido meses después, con el voto no positivo del vicepresidente Julio César Cleto Cobos y el estudio de las acciones y posicionamientos de cada sector sirven de pretexto para tomar el desarrollo de la vida rural y campesina en la Argentina y la evolución de los modos de producción desde el Grito de Alcorta a la fecha y establecer las tensiones entre lo instituyente y lo destituyente.
El trabajo también estudia la composición de la población rural, cuáles son las unidades productivas según las variaciones impuestas por la economía mundial y su inserción en el desarrollo capitalista.
El análisis económico fundamenta, en primer término, la legitimidad de las retenciones a las exportaciones para generar protección del mercado interno, favorecer los procesos de equidad social y sostener las políticas estatales de estabilidad laboral y asistencia a sectores vulnerables y excluidos. Por último, se aborda una caracterización de la vida democrática en la Argentina en el reciente cuarto de siglo, a partir de la retirada de la dictadura cívico-militar y la restauración institucional.
El libro “El sector agropecuario. Evolución y conflictos recientes” contiene cuatro ensayos que fueron otras tantas exposiciones en encuentros de Carta Abierta en la capital neuquina: “De Francisco Netri a Alfredo de Angeli (las mutaciones del mundo chacarero)”, por el historiador Enrique Mases; “Cuando nos referimos al campo, ¿en qué campo pensamos?”, del sociólogo Demetrio Taranda; “Las retenciones y la política económica argentina”, por el economista Humberto Zambón, y “Política, democracia, partidos y lo destituyente en tiempos del conflicto”, por el también historiador y analista político Gabriel Rafart.
Fue publicado en junio de este año por Educo –la editorial de la Universidad del Comahue- y significó un importante aporte a la discusión ante la casi uniforme muralla ideológica de los medios de comunicación social, nacionales y regionales, en la materia.
Se estudian los contenidos de la democracia electoral, ejercida durante un largo lapso del período institucional posterior 1983, los cuestionamientos surgidos tras la caída del gobierno de Fernando De la Rúa en 2001 y la crisis posterior.
A los fracasos de una democracia meramente electoral que en lo económico coincide con una supuesta teoría del derrame de la riqueza se contrapone la iniciativa de los gobiernos de Néstor Kirchner primero y Cristina Fernández después, a la que se califica como “progresista de contenido nacional, popular y reformista”.
Ese impulso se traduce en la “decisión de apropiarse de un mayor porcentaje del ingreso nacional sin arriesgar la estabilidad macroeconómica”, según José Natanson, citado en el ensayo de Rafart.
La inercia de las políticas de Néstor Kirchner que conformaron las primeras acciones de la presidenta Fernández contribuyó a obstaculizar su gestión y entorpecieron el proceso instituyente. Pero no fue el único ni el principal factor.
En efecto, durante los tres primeros meses de su mandato hubo profundos cuestionamientos –el primero, por ejemplo, fue de Elisa Carrió cuando calificó el voto ciudadano y urbano y denostó el voto kirchnerista por supuesto clientelismo- que se reprodujeron y multiplicaron en los medios de comunicación social y por los periodistas alineados con esas empresas sin el menor juicio crítico.
Así, un conglomerado de “fuerzas políticas y sociales” –denominación que intenta poner forma a lo informe- reunió a los descontentos con el proyecto kirchnerista, el sector más conservador del justicialismo –Carlos Reutemann, Felipe Solá, Juan Schiaretti, entre otros-, sindicalistas –Luis Barrionuevo, Armando Cavalieri, Jerónimo Venegas- y la versión siglo XXI de la Federación Agraria Argentina con las entidades más conservadoras y antipopulares.
El sostén social de este movimiento fue el discurso de la antipolítica: existe en la clase media argentina y en una importante franja del empresariado la convicción de que los beneficios de la política económica se deben al “viento de cola” generado por las condiciones favorables del mercado internacional. Por eso, toda intervención estatal es sospechosa y molesta, y por eso, también el “partido del rechazo” se configuró de manera tan veloz.

lunes, 21 de septiembre de 2009

Mendoza por la ley de Servicios de Comunicación Audiovisual

Se reproduce el documento de las organizaciones de Mendoza
por el Proyecto de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual

Organizaciones sociales, comunitarias, DDHH, culturales, religiosas, estudiantiles, gremiales, políticas; nos reunimos el 14 de setiembre, en el aula magna del Centro de Congreso y Exposiciones de Mendoza. Allí se realizó una nueva operación de prensa por parte de los multimedios nacionales –encabezados por Vila-Manzano y el grupo Clarín- en el cual se nos intentó engañar con un supuesto Foro Federal donde se discutiría el proyecto de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual. Este proyecto, que busca remplazar el actual decreto-ley, que lleva las firmas de Videla y Martínez de Hoz, ha permitido la actual concentración de medios en pocas manos.

A partir de la participación de nuestras organizaciones, a través de los diversos discursos, dimos vuelta esta operación de prensa en un verdadero Foro; en el cual la oposición reaccionaria dejó las sillas vacías e intentaron montar un nuevo escenario por fuera del espacio de debate. Los multimedios con sus armas salieron nuevamente a deformar la información, al divulgar que no estaban dadas las condiciones para el debate y que por ello no seguían participando del Foro “que ellos mismos convocaron”. Según el comunicado de la Dirección de Prensa de la Cámara de Diputados de la Provincia de Mendoza, los resultados de las participaciones en el Foro fueron las siguientes:

“Resultados de la jornada/
- 121 inscriptos
- 90 expositores
- 74 exposiciones a favor de la ley de servicios audiovisuales presentada por el Gobierno Nacional (82.2%)
- 16 exposiciones en contra del proyecto (17.8%)”

Reafirmamos la necesidad y la importancia de las articulaciones de las organizaciones del campo popular, ya que nos ha permitido a la totalidad de las organizaciones manifestarnos a favor del proyecto de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual, a la vez de exigir la inmediata discusión y aprobación del proyecto, sin ninguna dilación. Esta articulación de las organizaciones, a favor del proyecto, es la síntesis del espíritu y de la construcción misma de este proyecto. Es la primera vez en 26 años que los sectores populares pueden discutir frente a frente con los grupos de poder real.

Que se haya hecho en Mendoza este Foro, responde a las hegemonías de la partidocracia dominante y los multimedios. También representa una lucha simbólica por parte del grupo Vila-Manzano por intentar derribar la ley que pone fin a su monopolio. La impotencia mostrada por este grupo ante lo que ocurría en la sala, alcanzó su punto máximo cuando Jaime Correas –director de Diario Uno- no escatimó provocaciones a quienes participábamos del Foro, a punto tal que llegó a la burla y las expresiones despectivas al sugerir que el “curita Contreras” (declaración textual) y el filósofo ArturoRoig, se hicieron conocidos gracias al Diario Uno. Estas expresiones generaron la reacción y el repudio de la totalidad del auditorio y significó el fin de las participaciones del grupo Uno, ya que el resto de los oradores escaparon cobardemente del recinto.

Ahora intentan plantear que este tema es de debate sólo legislativo y quieren desconocer la voluntad popular o que “La voluntad K manipuló el debate por la ley de medios”, como expresó Daniel Cassia en Diario Uno. Muchas de las organizaciones que participaron del Foro y que firman este documento nada tienen que ver con el gobierno nacional o provincial. Esta ley no es un problema de debate de la clase política sino del pueblo en su conjunto y la participación popular que manifestamos en el aula magna del Centro de Congreso y Exposiciones, es una muestra clara de la coincidencia y convergencia de distintos sectores de la sociedad de Mendoza para apoyar este proyecto de ley.

Entendemos que los medios comunitarios, alternativos y populares; son la base de la desarticulación de los monopolios multimediáticos y la mejor forma de profundizar la participación y expresión sociales.

Pensaron que habían colonizado nuestras conciencias pero estamos de pie, organizados y en lucha. “En Democracia una ley para la Democracia. Queremos esta ley ya, con nosotros y nosotras en ella”.

Participaron a favor de la ley:

Agrupación Estudiantil Alternativa Económica
Agrupación Estudiantil Construcción Política Independiente
Agrupación Estudiantil Martín Fierro
Agrupación Lealtad a Perón
Asamblea Popular por el Agua
Asociación Civil 20 de Febrero
Asociación Civil Domingo Faustino Sarmiento
Asociación Civil Este
Asociación Comunicacional y Cultural La Mosquitera
Asociación de Actores
Asociación de Cine de Mendoza (AMCAA)
Asociación de Comunicación Popular CUYUM
Asociación Ecuménica de Cuyo
Asociación Paxtekina
Ateneo Fray Luis Beltrán
Canal 13 Televisión Comunitaria de Mendoza
Carta Abierta Mendoza
Casa por la Memoria y la Cultura Popular
Centro de Estudios Económicos y Monitoreo de las Políticas Públicas
Centro de Estudiantes de la Facultad de Ciencias Agrarias
Centro de Estudiantes de Cs. Políticas UNCuyo
Centro Padre Mugica
Centro Social, Cultural y Deportivo Algarrobal
Comité de América Lat. y el Caribe para la defensa de los Derechos de la Mujer
Colectivo de Comunicadores
Colectivo La Minga
Cooperativa El Sauce
Dirección de Relaciones con la Comunidad - Municipalidad de Guaymallén
Encuentro Nacional, Popular y Latinoamericano
Espacio para la Reparación Social
Espacio Público ONG
Federación Argentina de Estudiantes de Agronomía
Federación de Tierra y Vivienda
Frente de Apoyo a Madres de Plaza de Mayo de Mendoza
Frente Estudiantil Unidad Popular - UNCuyo
Frente Unidad para el Cambio
Fundación Ecuménica de Cuyo
Fundación El Prosumidor
Fundación Visión Cristiana
Grupo Alturas
INADI Mendoza
Instituto de Comunicación y Gestión - UNCuyo
Instituto Capacitar
Instituto Movilizador de Fondos Cooperativos
Liga Argentina por los Derechos Humanos
Movimiento Barrios de Pie
Movimiento de Unidad Popular
Movimiento Evita Mendoza
Movimiento Independiente de Músicos Mendocinos.
Movimiento Independiente Latinoamericano Estudiantil - Mendoza
Movimiento Independiente Latinoamericano Estudiantil - San Juan
Movimiento Libres del Sur
Noticiero Popular
Observatorio de Medios de Mendoza
Partido Compromiso Popular
Partido Comunista
Partido Intransigente Mendoza
Polo Social Mendoza
Programa Mercosur Social y Solidario
Programa Percepciones-FM UTN
Proyecto Sur Mendoza
Radio Abierta Rumbos del Sur
Radio Comunitaria Algarrobal
Radio Comunitaria Cuyum
Radio Comunitaria La Mosquitera
Revista la 5ta Pata
Revista La Vena
Revista Río de Palabras
SUTE
Unión Vecinal Barrio Bancario


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sábado, 5 de septiembre de 2009

En la esquina de Defensa e Independencia


Este texto fue leído en Buenos Aires el 22 de agosto pasado, y será analizado en el espacio Carta Abierta Neuquén en la reunión del 10 de septiembre a las 17 en La Conrado Centro Cultural.

No somos mujeres y hombres del escándalo, nuestras conciencias no son saltimbanquis de la alarma. Al contrario: los hechos graves como el de la pobreza de amplios sectores de la población nos atañen. La pobreza atañe al fondo último de nuestros compromisos, la idea de igualdad, nuestras antiguas y recientes militancias. Nos compete, nos atraviesa. Por eso podemos decir: no nos escandaliza. El escándalo es gesto espectacular y ademán avieso. El rostro de los pobres se vuelve superficie de inscripción de llamados evangélicos, sacralidades disponibles, obsceno plano televisivo y objeto de malversación política. Nos atañen tanto las vidas dañadas por la miseria como su circulación en un imaginario que las despoja de creación, potencia y libertad.

Un presidente que desguazó las anteriores tramas sociales pudo decir “pobres habrá siempre” mientras creaba las condiciones para un inédito hundimiento de los salarios y los empleos. La conmoción del 2001 hizo visibles a contingentes de desocupados que habían encontrado en su exclusión el ímpetu para un descubrimiento de sus propias facultades organizativas y políticas. El gobierno iniciado en 2003 pensó al trabajo como una vía de recuperación de la dignidad para los desposeídos. Expansión del empleo y paritarias fueron las llaves precisas y, a la vez, el horizonte deseado. Detenido el ciclo, en la tormenta del mundo, la pobreza se hizo tópico de lo irresuelto. También, núcleo rutilante de una confrontación que es necesario deshojar.
En una iglesia de Liniers, en los palacios vaticanos, en los palcos ruralistas y en los grandes medios se agitan hilos que provienen del mismo ovillo. Ovillo que es idea: es posible aunar la mayor riqueza –dada por la propiedad privada de ciertos recursos- con la asistencia caritativa a los más pobres. Campo y Cáritas. Soja y comedor popular. Para que ese enlace sea fructífero y económico debe prescindir de lo que es visto como poder coercitivo y expoliador: el Estado. Y también del enlace de la cuestión de la pobreza con los temas de la justicia y la igualdad. Pobres habrá siempre, para atenderlos está Cáritas. La limosna es la vía celeste para unos y la sobrevivencia menoscabada para otros. Contra ella es necesario volver a situar la defensa de lo público, el engarce de la cuestión social con otros modos de la justicia y la apuesta no a la victimización de lo popular sino a su recreación política
¿La justicia pendiente del presente no está ligada a la justicia respecto de un pasado criminal? ¿No está la deuda social impaga vinculada a una renovada reflexión sobre las condiciones de una redistribución del ingreso que afecte no sólo a los trabajadores en blanco? ¿Es posible encarar medidas imprescindibles, como un plan orientado a la resolución de las necesidades alimentarias de la población, que tenga alcance nacional y solidez nutricional, sin herramientas impositivas y recaudatorias? Sin retenciones hay limosna. Con retenciones: debate público y politización.
Decir eso suena a mala palabra: ¡quiénes son los extraviados que en el contexto de un ataque masivo a la política reclaman mayor politización! Nosotros: en la intersección, ya lo decimos, de Defensa e Independencia. En otras esquinas priman otros tonos: la indignación y la sospecha. El hombre típico de Corrientes y Esmeralda es hoy alguien que sospecha. Alguien que ve, tras los discursos y los valores de la política, una razón oscura que sería su verdadero sentido. Una razón material, crematística, que funcionaría como hilo explicativo de toda conducta pública. ¡Quién les paga!, es el grito de guerra en una Argentina con una larga devastación de las conductas políticas. Contemporáneo a ese sentimiento está el de la indignación, el ademán del usuario enojado, del ciudadano reclamante, del movilero agitado en persecuciones varias, del periodista de piso que frunce el ceño. ¡Hasta cuándo!, resuena como eco. Entre la sospecha y la indignación se sumerge la vida política del país. Quizás el ejemplo más claro de esto es la mutación de la condición del lector en gritón de los diarios digitales: ya no es el que acude a un encuentro con lo desconocido -que le exige no poca disposición amorosa para comprender- sino el que lee como excusa para el rezongo o la suspicacia insidiosa. Es el rumor mismo, la pasión arraigada en los subsuelos de los modos de vida que agrieta los cimientos mismos de lo público. Alimentados por una larga historia de desalientos y exacciones. Recreados como fábula moral en las usinas mediáticas. La nueva derecha vive en esos relatos y hace de ellos santo y seña.
Hoy esos ríos profundos de la vida contemporánea minan las bases de la gobernabilidad. Lo hacen ahora con el gobierno nacional. Lo harán luego contra otras representaciones. Lo que en su momento llamamos destituyente es eso: una articulación y un impulso, una organización de sentimientos difusos para dirigirlos, sin pausa y sin errancia, contra un objetivo determinado. Por eso los jefes de ese movimiento no son hombres de la política, aunque ellos pretendan usufructuar sus resultados inmediatos. En el fondo se intuyen las futuras víctimas si no logran pactar con ese sordo rumor. Nadie es creíble, nadie está firme. Parecen a salvo aquellos que se escudan en el reconocimiento directo de las razones mercantiles: los que declaman sus historias empresarias, los que piensan la política como un momento más de la expansión de los negocios. Bajo sospecha quedan aquellos que intentan recurrir a los discursos ideológicos o a las tradiciones políticas. Los que confiesan se convierten en testigos protegidos del juicio al entero sistema partidario.
¿Puede reconstituirse lo público en un tembladeral animado por esas fuerzas sentimentales y anímicas? ¿Puede reconstituirse lo público amenazado por la sensibilidad del miedo, la sospecha y la indignación? ¿Qué política podrá sustraerse de esa atmósfera en la que se reclama el reino desembozado de los intereses privados, porque finalmente serían los únicos sinceros?
Una elección parlamentaria ha transcurrido hace algunas semanas. Los resultados fueron adversos para el proyecto que desde estas cartas acompañamos. En cierto sentido, las advertencias que recorrían los escritos anteriores fueron confirmadas: crecieron electoralmente los adalides de la restauración conservadora, fueron ungidos los que debaten en sus gabinetes cerrados si apurar el paso hasta la caída o dejar llegar las cosas –el gobierno exánime- hasta el 2011. El triunfo de Unión Pro en la provincia de Buenos Aires, con un candidato que exhibe como méritos una caudalosa fortuna y destrezas televisivas, pone en evidencia la articulación política de los rasgos profundos de la época: el llamado a la desnuda presencia de las razones mercantiles como latir vital de la actividad pública y la mediatización de la política, convertida en mero apéndice de ficciones publicitarias que toman inspiraciones épicas –en una época que sin embargo pretenden disciplinada por las grandes fuerzas corporativas económicas- y se basan en idealizaciones de la vida popular –cuando estamos en un tiempo en que lo popular resiste dificultosamente la segmentación brutal de las experiencias colectivas-. Esos rasgos no los inventó la derecha. A lo sumo, sus políticos y publicistas son los que más descarnadamente, sin culpa y sin velos, los incorporan y expanden y por ello pueden recibir los mejores dividendos. Los que se mueven como peces en el agua en la sociedad del espectáculo.
La elección de junio hizo visible la debilidad en la construcción de otra escena para la política. De una escena en la que las fuerzas provengan de la militancia popular y no de las mediciones de rating, en la que los candidatos y funcionarios se elijan menos por la opinión pública y más por sus compromisos persistentes, en la que los diálogos tengan menos de representación de roles que de apertura a problemas, en la que el voto se dirima por la defensa de las condiciones reales de vida y no por la presión de los conjurados mediáticos. ¿No serían éstos menos eficaces en su monserga destituyente si estuvieran menos impagas las deudas sociales? Al gobierno lo atacan los jefes agromediáticos por sus aciertos y no por sus errores. Pero en las urnas perdió también por sus traspiés, sus titubeos, sus debilidades. En manos de un electorado que parece más tomado por el desánimo o la apatía que por el entusiasta abrazo a las consignas de derecha.

La restauración conservadora está en curso y en ella se unifican poderes corporativos –el empresariado nucleado en AEA, la airada mesa de enlace, el bloque mediático y algunos políticos-. Sin embargo no puede pavonearse de legitimidad por el resultado electoral. Porque no está mellada la capacidad gubernamental y porque en los cuartos oscuros también fueron ungidas representaciones parlamentarias que arrojan a la escena problemas necesarios de ser tratados en pos de una sociedad más equitativa y justa.

Si el proceso abierto en el 2003 estuviera cerrado, si sólo quedase la organización de una retirada ordenada, el gesto de la crítica sería intento de autoexclusión de la derrota. Una precaria salvación. Por el contrario, si hay que mencionar errores es en función de otra hipótesis: la de que hay un núcleo de valores fundamentales de este proceso que es necesario no sólo defender sino expandir en los próximos dos años. Y que se defienden y se expanden si hay capacidad de reinventar a la vez políticas de gobierno y de impulso de las autónomas voluntades militantes. Si hay capacidad de pensar como interlocutores no a las corporaciones con sus poderes de veto y sus agitadas amenazas sino a los argentinos de a pie: a esos que tienen el poder de su reunión, su fuerza y su voluntad.

Las urnas hablaron, pero su mensaje no tiene por qué ser aquel que los personeros de la destitución creen escuchar. Al contrario, muchos leyeron en ellas el llamado a un activismo renovado, capaz de procurar ámbitos de encuentro, creación de ideas en común, imaginativas defensas de lo público. En algunos lugares el nombre de Carta abierta bautizó esas experiencias que cavan el presente no sólo para atrincherarse en la prioritaria defensa de un gobierno legítimo sino también para encontrar los destellos de una política renacida. En muchas ciudades los hombres se reúnen en Defensa e Independencia. Quizás porque esa esquina siempre esté en el núcleo más íntimo de nuestras búsquedas.
No venimos aquí, al púlpito de la esquina, a presentar la cartilla para la reconstrucción de una militancia popular. Por el contrario: venimos a decir que estamos perplejos y asombrados. Que a la vez que hay indicios de la posibilidad cierta de una catástrofe conservadora hay un énfasis del gobierno en no retroceder en sus decisiones fundamentales y los hay también de una múltiple voluntad colectiva. Podríamos decir: falta la construcción. Nos privamos de hacerlo, para que quede el vacío ruidoso de aquello que no sabemos ni qué sería ni cómo se hace. Apenas intuimos, y que valga como susurro, que mucho de pasión por el presente, de donación a los entusiasmos de lo que viene y de renuncia a las rigideces del pasado, serán actitudes necesarias.

¿Estamos pidiendo más a un gobierno cuya existencia está, sin dudas, amenazada? ¿Estamos concurriendo a la conjura de las exigencias que pueden alterar la vida institucional? ¿Es tiempo de solicitar, una vez más, profundización de los cambios, o sólo se trata de apegarnos a los hechos, a un realismo de la continuidad, para evitar lo peor: la desestabilización, el ascenso brusco de las derechas, el triunfo de las más radicales presiones corporativas, el escenario hondureño? El gobierno está sitiado. Por una confluencia que quizás nadie pueda detener. En el sitio conjuga gestos defensivos, audacias inesperadas y perseverantes compromisos. Entre estos últimos, la actitud de condena frente al golpe en Honduras ante la indiferencia de muchos e incluso la crítica obtusa ante la decisión de la Presidenta de ir al lugar de los hechos para dejar claro que la recuperación democrática en ese país no sólo reclama la acción de las cancillerías o de las instancias diplomáticas internacionales. Honduras nos atañe. Habla de nosotros. Como Argentina habla de Bolivia. Y Bolivia de Venezuela. Y Venezuela de Ecuador. Destinos cruzados y necesidades mutuas en un contexto signado por la expansión de la presencia estadounidense en Colombia de un modo que remeda, amenazante, las viejas prácticas imperiales.
En cuanto a la actitud que el gobierno de Cristina Fernández debiera tener en esta situación amenazada, algunos prescriben concesiones ante grupos de presión; otros la defensa de las políticas económicas sostenidas. Si solicitamos más, es porque consideramos que esa defensa sólo puede desplegarse sobre la constitución de un horizonte político, sobre el hallazgo colectivo de un proyecto que exceda y desborde la actualidad, sobre el sueño común de reinvención de lo público. Sin esa dimensión utópica, sin esa perspectiva que reinscriba los hechos cotidianos en un relato que los excede y potencia, no hay renovación de las posibilidades gubernamentales pero tampoco de las políticas populares. La idea de cambio fue, publicitariamente, capturada por las derechas mientras el gobierno hizo campañas de reivindicación de lo hecho. Pero la política no es el cierre sobre el presente, salvo que se resigne a devenir administración de lo dado. Es desde las fuerzas que efectivamente han transformado mucho en este país y en estos años, desde las fuerzas que han puesto en discusión razones profundas de la transformación social, que se debe recuperar la invocación al cambio. El llamado a la construcción de una sociedad emancipada de sus grilletes y reparadora de sus injusticias.

Se hizo, es cierto. Defendemos lo hecho. Pero lo que pende es fundamental: la reposición de las instituciones estatales en las condiciones de producción contemporáneas, el planteo de un sistema impositivo que tenga un carácter progresivo o desplegar nuevas regulaciones al capital financiero, son algunas. Otras ya las hemos mencionado. Insistimos: no como gestores de un balance de una empresa en quiebra. Sino como trabajadores de su recuperación. La nación está en juego. Y las vísperas del bicentenario podrían ser ocasión de una apuesta imaginativa que desborde los fastos conmemorativos y los rituales previsibles. De una apuesta que incluya los temas postergados de la emancipación, como la relación entre la nación y las comunidades culturales y étnicas que la precedieron. La reivindicación de los pueblos originarios presupone una profunda invitación a poner en cuestión los fundamentos culturales que nos cobijan, no para abandonar los que nos son comunes sino para que nos sean comunes los que surjan de nuevas revisiones históricas.
La idea de que es necesario reabrir las posibilidades de la historia, no puede escindirse de la emergencia renovada de organizaciones populares. ¿A quién le habla el gobierno cuando habla?, es una pregunta que si notoriamente está vinculada con los estilos comunicacionales dice también sobre cuestiones estratégicas. Porque a la escena de las presiones de las corporaciones patronales sólo se la combate con una escena de escucha y conversación con los partidos políticos populares y con los movimientos sociales. Y a la escena de los titiriteros mediáticos se la confronta no sólo con medios públicos -que son necesarios-, no sólo con la democratización que supone una ley de servicios audiovisuales -que es urgente e imprescindible-, sino también con una escena política autonomizada de la lógica mediática. Incluso, la que ocurra en los esfuerzos últimos que realicemos para que nuestra propia conciencia vuelva a albergar la noción básica de autonomía crítica, ética de convicción y templadas responsabilidades para reconstruir un sentido de verdad ante las derechas que en el vaciadero de los conceptos, se revisten con los viejos temas de las izquierdas. No es que las ideologías hayan desaparecido, sino que se las modula como una más de las mercancías que se le ofrecen al consumidor.

Alguna vez dijimos que a las acciones de este gobierno, incluso a algunas de las más relevantes, les faltaba lo previo: una cierta elaboración en la cual se inscribieran con la fuerza necesaria, pero también su enhebramiento con un entramado de voluntades y activismo, capaz de proponer temas, de situar problemas, de hacer y defender políticas. No se trata sólo del horizonte político futuro. Incluso la institucionalidad gubernamental requiere, para sustentarse sin graves cesiones a los poderes corporativos -que encuentran hoy en el empresariado más concentrado un programa completo de transformación de la economía argentina-, de una revitalización de las organizaciones populares.

Eso que falta es necesario para preservar los aspectos más profundos y relevantes de estos años. Para preservar y expandir la política de derechos humanos; la integración regional; los derechos laborales; decisiones soberanas respecto de los organismos financieros internacionales; instituciones de defensa alejadas de las doctrinas de la represión; la inversión de recursos en ciencia y técnica. Preservar y expandir es, también, ir más allá de una concepción economicista que sitúa al crecimiento como estrategia rectora última. La crisis mundial dejó interrumpido ese camino de expansión de la inversión, empleo y mercado interno. La idea de distribución de la riqueza vino asociada no sólo a un retintineo promisorio sino a la efectiva reactivación de la economía. La crisis afecta ese despliegue, que quizás tenía núcleos internos que lo volvían ciego ante ciertas situaciones de exclusión y desigualdad social.
El debate sobre las asignaciones familiares a trabajadores informales o a desocupados, la idea de ingreso universal de ciudadanía, los planes diferenciados para atender situaciones de pobreza, fue postergado en función de una perspectiva economicista. La ausencia de políticas reparatorias que atenuaran las desigualdades dentro del interior del mundo laboral, aligeró como palabras al viento aquellas que nombraban las efectivas medidas de justicia existentes. ¿No tuvieron relación los resultados electorales con esa ausencia? Porque no hay metáfora más errónea que la de traición, que supone a los votantes como seres arrastrados a una decisión cuyo sentido ignoran. Hay, en todo caso, un disgusto, una necesidad, una crítica, que benefició, especialmente, a los dirigentes surgidos de las falanges restauradoras y los gabinetes fantochescos que inventan políticos por encargo. Lamentamos esa decisión emanada de las urnas. Pero no serán las explicaciones consoladoras las que permitan revertirla.
La reversión es posible, pero requiere un modo novedoso de tratar lo público. De volver a considerar lo público. Está en juego eso en la política nacional pero también en la ciudad de Buenos Aires, en esta ciudad con sus plazas en las que se leen estas cartas, con sus edificios sanitarios amenazados por operaciones inmobiliarias, con sus parapoliciales que desalojan espacios comunitarios, con sus jefes de policía que surgen de las más tenebrosas historias de encubrimientos y exacciones. Medidas que pretenden hacer campo raso de lo heterogéneo y de la ciudad laboratorio de la nueva derecha. Nuestra calle, aquí, es Resistencia.
El jefe de gobierno de esta ciudad es un empresario. Como tal parece menos enjuiciable que los hombres de la política. Ante el banquillo del juicio que la sociedad mediática encara, se lo presume inocente. Quizás no del todo, pero sí más que aquellos que hablan más de política que de negocios. Por eso, puede reírse de las combinaciones entre tintorerías y prostíbulos en los barrios pobres de la ciudad. Ha ordenado desalojar huertas y expulsar hombres y mujeres sin techo. Ha burlado a los docentes y a los trabajadores de la salud. Ha imaginado desalojar los antiguos neurosiquiátricos, menos por un libertarismo antimanicomial que por la valorización de los terrenos. Ha nombrado un jefe de policía en cuyo nombre se anuncia la acentuación de estrategias represivas y de funcionamientos corruptos. Perdiendo votos, sin embargo ha ganado las elecciones. Quizás porque en figuras así se condensan las fuerzas anímicas del miedo, la sospecha y la indignación.
No es un problema de los porteños. En Nueva York le pagan a los desocupados un pasaje de ida para privar de su miseria a la ciudad. Pero esta es nuestra ciudad: en ella debemos disputar cada esquina, cada barrio, cada discurso y cada idea. Contra esa articulación reaccionaria, es necesario situar una agenda de recuperación de lo público: del espacio, de las conversaciones, de las políticas, de las instituciones, de los recursos naturales, de las facultades humanas. El mercado, sabemos, es capaz de apropiarse y gestionar todo eso, bajo la lógica de la ganancia y el rendimiento comercial. Y hay políticas estatales que se subordinan a la obediencia de esa lógica. Incluso, algunas políticas nacionales, como la que regula la minería, en la que prima la explotación inmediata antes que el resguardo de los derechos comunitarios. Recuperar lo público es poner en cuestión esos criterios, situarlos en el marco de una discusión que no debe aceptar para sí los límites de lo ya dado, sino que debe constituir el horizonte utópico y realizable de lo porvenir.
Hay mucho que preservar y hay mucho por hacer. Aunque minado por la sospecha y la indignación existe un terreno en el que eso se dirime: la política. Las diversas tradiciones ideológicas que han puesto el acento en lo popular y sus potencias tienen ante sí un desafío mayúsculo: el de considerar su confluencia sin exclusiones, su situación sin mezquindades y el futuro con inédita imaginación.
Aquí en esta esquina somos una suerte de conjurados. En defensa de un conjunto de políticas desplegadas desde el 2003 y del derecho del gobierno a perseverar en ese camino y con la independencia de criterio que nos dan nuestras propias experiencias, valores, ideas. Nuestro llamado al coraje colectivo contra el operativo derrumbe no resuena en el eco de los espacios vacíos. Al contrario, rebota en los cuerpos, se ahínca en los sueños, se intercambia en la reflexión común. Por eso creemos que no se puede hablar de derrota ni de victoria ni nos está dado el tono de la certeza. Sí saber que lo que sucede nos atañe. Y por eso no nos escandaliza.

martes, 11 de agosto de 2009

Algunas consideraciones sobre el proyecto de ley de servicios de comunicación audiovisual

Es parte de una ponencia para una reunión de Carta Abierta Neuquén, en julio de 2009.

Desde que hace algunos años Gabriel García Márquez dijo que el periodismo era el oficio más lindo del mundo han cambiado algunas cosas en el universo de las comunicaciones. Si esa afirmación fue formulada sólo para fortalecer la escuela del nuevo periodismo, y quedó en una cuestión marquetinera, está por verse. Lo cierto es que el ejercicio del periodismo tiene serias amenazas y no es menor la de la credibilidad.
Siempre hay una sospecha sobre el periodista o sobre el medio de comunicación donde trabaja: quién paga, a quién beneficia la información, cómo circula y por qué lo hace. Esa sospecha, en nuestro país, se profundizó el año pasado luego del conflicto planteado por la resistencia de las organizaciones rurales a aceptar el esquema de retenciones móviles impulsado por el gobierno.
En Neuquén, esa pregunta sobre la propiedad de los medios de comunicación social viene formulándose hace tiempo y no es casual: la principal fuente de empleo para el gremio son organismos oficiales, políticos y funcionarios, empresas y organizaciones de la sociedad civil. La actividad privada concentra muy poca mano de obra periodística, opera monopólicamente sobre el circuito informativo y elimina competidores por medio del ninguneo o la captación de la mayor proporción de la torta publicitaria, sea ésta oficial o privada. Así, y veámoslo en nuestra sociedad, las voces disidentes sólo provienen de medios de comunicación social financiados por instituciones o cooperativas. Eso se consagrará con el 30 por ciento de la iniciativa en análisis.

Lo primero que aparece en la discusión planteada por el proyecto oficial es la oportunidad: la iniciativa se presentó cuando el gobierno enfrentaba una relación de fuerzas adversa. No lo hizo durante la administración de Néstor Kirchner cuando esa relación le era favorable. La pregunta, aquí, es saber si luego del 28 de junio habrá posibilidades de continuar la discusión de esta propuesta, que será, con la política de derechos humanos, el logro más importante de la gestión de gobierno.
Hay una segunda pregunta: además del decreto-ley de radiodifusión (22285) heredado de la dictadura cívico militar queda por derogar el correspondiente a las entidades financieras que consolida y consagra este sistema bancario que no responde, precisamente, a intereses nacionales y sociales.
La transformación del sistema comunicacional en la Argentina es una deuda de más de 25 años: ya estaba en la plataforma política de la Unión Cívica Radical y del justicialismo en 1983. Es necesario cambiar el concepto fundamental de esa ley: pasar de concebir a la comunicación como un negocio para considerarla un derecho humano, un bien social y, por tanto, un servicio público. No, en ningún caso, una actividad motivada por el lucro.
Esa década, la de 1980, fue el escenario de la derrota del informe Mc Bride sobre el Nuevo orden comunicacional. Y en la Argentina fue el triunfo de la monopolización y oligopolización de las comunicaciones. Cada avance tecnológico se traducía en una apropiación por parte del sector empresario y del poder.
Hoy, gran parte de la discusión está planteada en torno de los problemas anticipados por el informe Mc Bride: pluralidad de voces, multiplicidad de actores, circulación de las culturas y acceso tecnológico para las mayorías.
Si la realidad depende del cristal con que se la mire, hay que recordar, con Arturo Jauretche que es importante dónde se pone el prisma para ver esa realidad. También se podría plagiar el concepto de zoncera y aplicarlo a aquella tan vigente hoy en día que confunde la libertad de empresa con la libertad de expresión o la libertad de comunicación.
El proyecto que finalmente presentó el gobierno de Cristina Fernández tiene como base, como se sabe, los 21 puntos denominados Iniciativa ciudadana por una ley de radiodifusión para la democracia, que comenzó a discutirse hace cuatro años entre representantes de asociaciones civiles, sindicatos, cooperativas, que recogieron la discusión existente desde 1983 y antes.

Invitado por Carta Abierta Neuquén para pensar sobre el proyecto de ley de servicios de comunicación audiovisual, la primera pregunta es por los cambios que producirá su eventual sanción en la existencia de un periodista. Es decir, en qué forma influirá una nueva ley sobre el ejercicio cotidiano del oficio.
Permítanme imaginar algo, y no se trata de una reedición del mito del eterno retorno ni de los ciclos en la vida política y cultural de la Argentina. Al contrario, como a muchos, a mí también me interesa la cuestión de la cuota.
En este caso, es la cuota de pantalla que estará cubierta con producción local, sea provincial, regional o nacional. Porque entonces habrá trabajo genuino para escritores, guionistas, fotógrafos, camarógrafos, editores, directores, actores.
Es necesario, me parece, dotar de ficción propia al aire y a las pantallas. Las ficciones son como los sueños, los pueblos las necesitan para expresar sus deseos, sus temores, ver como en un espejo su vida.
Entonces, a eso aspiramos: a recuperar un espacio donde ejercer la prepotencia de trabajo que nos permita equivocarnos y aprender; errar para acertar; tener varias voces para que no se escuche una sola voz.
Ése es el cambio que puede traer la nueva ley: no sólo más trabajo sino más imaginación; no sólo más de lo mismo sino más diferencias.


Comentarios de Gabriel Mariotto sobre el proyecto


Todavía no se avanzó sobre la elección de ninguna de las tres normas que vos planteas.
La ley contempla la digitalización y, si bien existen matices entre dichas normas, el efecto es prácticamente el mismo. Hay algunas normas que están ajustadas a ocho megahertz y otras que se adaptan a seis megahertz.
Yo entiendo que cuando el proyecto tome estado parlamentario se va a activar la discusión de la norma.
Creo que aquí habría que privilegiar la integración latinoamericana. Esa es la recomendación que vamos a hacer. No reproduzcamos un esquema de partición, sino que todos tengamos una norma central.
Brasil ha adoptado la norma japonesa, mientras que Uruguay ha adoptado la norma europea. Toda América Latina está esperando a ver qué hace la Argentina. La norma europea es una buena norma.
Hay muchas empresas que están detrás de la decisión de la norma europea. La norma norteamericana tiene mucho lobby; hay muchas empresas que están detrás.
Creo que más allá de los lobbies, que es una decisión muy importante, hay que priorizar una mirada regional, que garantice integración. Si bien esto es distinto, que no reproduzca aquel esquema de división cuando elegimos la televisión color en nuestro país. Todavía hoy es imposible mandar un DVD, un cassette, un VHS a Brasil, a Venezuela, sin pasar por otros tamices.
Si bien la tarea del lobby es absolutamente distinta, tenemos que hacer un análisis. México optó por la norma norteamericana por una cuestión de cercanía. De México para abajo está todo para resolver, salvo el caso de Brasil. Si la Argentina optase por la norma japonesa, es como que arrastra al resto de América Latina a lo mismo.
La sugerencia es ver, técnicamente, cuál de las tres normas nos garantiza compatibilidad.


Hay que pensar qué está atrás de los lobbies en el Parlamento, que han impedido que más de 60 proyectos que se presentaron en ambas Cámaras, en las comisiones de comunicaciones de Senado y Diputados, hayan perdido el estado parlamentario. Fueron muy grandes las presiones de los que quisieron mantener el statu quo. Y nos hacen asimilar que esa falta de debate se da como natural.
La concentración mediática que tiene la Argentina prácticamente es natural; parece loco cuestionarse cómo llegamos a este punto. El mundo nos indica otra cosa. El mundo nos indica que aquellos preceptos de libertad de expresión del Pacto de San José de Costa Rica forma parte de la legislación en el marco jurídico de los países más desarrollados en el tema de libertad de expresión.
Ahora, si nosotros cuestionamos que en área de cobertura una misma persona jurídica tenga todo, parece que fuésemos trasnochados. Y cuando vemos lo que está pasando en Europa, en los Estados Unidos cada vez que una empresa quiere concentrar, la sociedad se moviliza, las audiencias públicas se establecen y la legislación es taxativa, tratando de garantizar libertad de expresión por un lado, cruzados por leyes antimonopólicas por otro.




El caso neuquino, según Rodolfo Laffitte

La provincia de Neuquén tiene una vasta historia “en la lucha por el tema de la radiodifusión y los medios de comunicación social”, aseguró y recordó que en el año 1984 el entonces gobernador Felipe Sapag creó una comisión de comunicación social que contemplaba, entre otros temas, la falta de contenidos locales debido a la presencia de medios nacionales.

Explicó que el trabajo de esa comisión generó diversas acciones, entre ellas el proyecto que se plasmó en la Ley 1.646 del año 1985, que trataba sobre la instalación de pequeñas radios comunitarias. Si bien esta norma no llegó a aplicarse, “pretendíamos inspirar el sentido federal de nuestra organización nacional”, aseguró.

Por aquella época se creó también Radio y Televisión del Neuquén (RTN) “como productora de contenidos regionales y locales que ha tenido una larga trayectoria y subsiste hasta el día de hoy con un desarrollo importante”, sin embargo, consideró que si bien RTN llega al interior a través de repetidoras y de una red integrada de radiodifusión por satélite, “es hora que la provincia de Neuquén tenga su señal propia”.


Gerardo Burton
Neuquén, junio de 2009.

lunes, 10 de agosto de 2009

Comunicación para el proyecto nacional

Este documento es producto de un encuentro que se realizó en Buenos Aires en la última semana de julio, convocado por Sergio Fernández Novoa, Luis Lazzaro y Néstor Piccone.


1.- Discusión política.

EL ESCENARIO ACTUAL

A partir de la década de los 90 se profundizó la instauración del neoliberalismo con la privatización de los medios y la reducción de la comunicación social a meras políticas de mercado. Ese dispositivo multimedia, que expresa la voz de unos pocos grupos económicos, es el que vuelve ahora a empujar a la Argentina hacia la restauración conservadora.

El modelo de desarrollo democrático con inclusión social y participación federal de todos sus habitantes no es viable si no cambia el mapa que concentra en un par de empresas porteñas la agenda política, económica y cultural de los argentinos. Esa agenda que intimida, despolitiza y desinforma para incidir en la construcción de un perfil de opinión pública que acepte la vuelta atrás.

La gestión iniciada por Néstor Kirchner en 2003 avanzó en la reparación histórica de la gravísima herencia de impunidad, destrucción del Estado y del sentido de lo público, la pobreza y exclusión que dejó el autoritarismo de mercado en los 90. Luego Cristina Fernández de Kirchner impulsó mecanismos para la redistribución del ingreso y fortaleció el compromiso latinoamericano de la Argentina, despertando una feroz reacción en los grupos de poder.

Desde los primeros días de la gestión de Cristina, la agenda mediática vino instalando en la sociedad la idea de que las carencias en materia de seguridad, calidad institucional, justicia social, redistribución del ingreso y gestión pública se resuelven volviendo al mercado y no profundizando la transformación del Estado. La campaña preelectoral y la lectura sobre los resultados del 28 J avanzan en la construcción de un escenario sin la opción del kirchnerismo y despreciando otros aportes como los provenientes de actores sociales, otros partidos populares o expresiones del pensamiento nacional.

La democratización de los medios y del acceso social a ellos constituye desde 1983 un requisito pendiente de la democracia. Ello se hizo particularmente visible a partir de la reacción conservadora encabezada por las patronales del campo en 2008. Ese año Cristina decidió poner en debate el tema a través de un proyecto de ley que recogió las iniciativas populares de los últimos años.

POLÍTICA Y COMUNICACIÓN
En los tiempos de la telepolítica, cuando la comunicación de las estrategias y de las políticas públicas no tiene manera de llegar a la sociedad y depende de la trama multimedia del mercado, es muy difícil construir el sujeto social que se movilice y defienda los cambios que favorecen sus intereses.

Nuestra convocatoria surge de la necesidad de promover acciones y propuestas que aporten al desarrollo de todas las herramientas para construir desde la comunicación ese sujeto social comprometido con un proceso de transformaciones a favor del interés nacional y popular.

La agenda de este tiempo está en disputa. El ejemplo del golpe en Honduras muestra que la restauración conservadora no habrá de reparar en las formalidades de la democracia. En la Argentina los grupos económicos resignifican el “diálogo” pervirtiendo su esencia al plantearlo, de modo unilateral, sólo desde la consideración de sus intereses sectoriales que disfrazan de nacionales.

En ese marco resaltamos la necesidad de considerar que la acción política es un hecho comunicacional y que no hay comunicación sin política. La propuesta de Ley de Servicios de Comunicación Audiovisual constituye un paso fundamental para la democratización y transformación del mapa de medios de la Argentina, así como para garantizar el efectivo ejercicio del derecho a la información y la libertad de expresión. Corresponde ahora, en consecuencia, su pronto envío al Congreso de la Nación para su tratamiento y aprobación.

COHERENCIA Y PARTICIPACIÓN

Esa bandera es parte de la movilización social que desde el retorno de la democracia ha bregado por instalar el debate de la comunicación y los medios como un elemento inseparable de la reparación de los derechos más esenciales de nuestro pueblo. Hemos sostenido que si unos pocos controlan la información no es posible la democracia.

La construcción de la propuesta de ley de servicios audiovisuales a partir de los 21 Puntos surgidos de la convocatoria y participación de actores sociales, políticos, universitarios, de la cultura y de los medios en la Coalición por una Radiodifusión Democrática también muestra un modelo de acumulación social necesario para disputar la agenda.

2.- Modelo organizativo

RECUPERAR NUESTRA HISTORIA

Somos parte de un amplio colectivo que desde la tarea periodística, la comunicación institucional o popular, la investigación y el análisis sobre la escena mediática, la gestión pública y el compromiso político diario ha venido sumando aportes a la construcción de herramientas organizativas y conceptuales para fortalecer el camino.

Una buena caracterización es necesaria para saber qué somos y adonde vamos. Somos una corriente de compañeros provenientes del campo de la comunicación y de diversos compromisos sociales y políticos a favor de un proyecto nacional, democrático con inclusión social y participación federal.

Pensamos a la política como una herramienta de gestión y transformación, pero no la reducimos a su expresión electoral, porque este es solamente un campo -y muchas veces no el principal- de la disputa por el modelo.

ESPACIO DE ARTICULACIÓN TRANSVERSAL

Proponemos un espacio de articulación transversal de las políticas de comunicación del campo nacional y popular para construir herramientas que promuevan un nuevo relato cultural y político para el proyecto transformador.

No somos una interna que disputa espacios coyunturales sino un colectivo para sumar opciones en las cuestiones de fondo.

PROBLEMAS Y REIVINDICACIONES A RESOLVER

Queremos desarrollar políticas, ideas e insumos técnicos para los espacios partidarios, sociales o gremiales que comparten el camino, queremos hacer gestión para que avancen las propuestas, producir conocimientos para darle eficacia a los cambios, promover medios del campo popular y de los empresarios nacionales a partir de una política pública que además tenga en cuenta la sustentabilidad económica y de gestión de los proyectos.

Queremos aportar al desarrollo y construcción de una política pública de comunicación que articule los espacios del ámbito público y de los sectores populares, recuperando el rol integrador y promotor del Estado.

Queremos transmitir a los compañeros más jóvenes el legado de una historia política hecha en la militancia social y popular, en la resistencia y en la coherencia. Queremos aportar los conocimientos y la experiencia para la capacitación y la formación de nuevos luchadores que disputen el futuro haciendo comunicación desde la política y política desde la comunicación.

NUEVAS HERRAMIENTAS

Una tarea nueva requiere de formas y prácticas nuevas. Primero formas que respondan a objetivos y objetivos que sinteticen las tareas principales. Es central entonces señalar que la comunicación no es un asunto técnico o de eficacia operativa sino una construcción social y política.

La comunicación es el campo central de las grandes batallas, pero no entendida como solo difusión, sino como forma de construcción de identidades en la disputa del poder.

Una razón de la organización es además el sentido de pertenencia a un espacio que contenga ese debate. También la necesidad de otorgarle visibilidad en los ámbitos de construcción de decisiones políticas, sociales o sindicales. La organización debe incluir entonces metodologías de participación y de conducción que reflejen tanto la diversidad como los niveles de síntesis necesarios.

SECTORES Y REIVINDICACIONES

No sólo debe contener compañeros y tareas, debe además incluir sectores y reivindicaciones. Debe recuperar las mejores prácticas de organización y desarrollo de los actores sociales, de los comunicadores nacionales o de los medios populares que aportaron nuevas voces a la democracia. Ámbito político pero también reivindicativo entonces. Que además haga visibles a los medios locales –gráficos, radiales, etc.-, la televisión barrial o comunitaria, la lucha de los empresarios PYMES por el papel o la publicidad, de las radios populares por su licencia y reconocimiento, de los medios públicos comunales o provinciales para ser reconocidos como actores de la comunicación, de las cooperativas del sector, entre otros.

Organización que también pueda dar cuenta de los nuevos debates en el campo de las teorías de la comunicación y del desarrollo y empleo de las nuevas tecnologías como elementos de impacto en el campo social, económico y político. Organización que pueda debatir y opinar. En síntesis, que referencie, que contenga, que exprese e intervenga en la disputa del sentido global.

UN ESPACIO PLURAL Y FEDERAL

Una herramienta posible sería una Asociación Civil de carácter nacional –con personerías provinciales que podrían gestionar los compañeros en sus territorios- capaz de procesar un amplio debate, producir ideas y documentos, pero también de albergar la problemática de los medios del campo nacional y popular para luchar por sus reivindicaciones. El protagonismo de las provincias debe garantizar el contenido federal de le nueva organización.

Esa Asociación debería tener tantas comisiones como tareas. Una estructura que tenga la capacidad de sintetizar los modelos de organización que surgen de las últimas experiencias: la pirámide y la red. La red puede constituirse a partir de las sedes locales que pueda generar la Asociación y también de la réplica de sus comisiones en todo el país. La pirámide deberá invertirse para expresar a todos en la base y convertirse en uno para la realización de cada tarea.


3.- Tareas inmediatas.

A partir de la organización deberá asumirse un conjunto de acciones que permitan ordenar la agenda temática, establecer mecanismos de convocatoria y participación y producir la difusión de las principales conclusiones.

• Difundir las conclusiones del Plenario.

• Producir, en el corto plazo, una publicación electrónica que ponga en circulación una agenda de temas y tareas.

• Implementar o acompañar acciones de promoción del debate de la nueva ley de servicios audiovisuales en el Congreso Nacional.

• Realizar encuentros y actividades en las provincias.

• Iniciar el trabajo de edición de una publicación que integre artículos de los compañeros para contar con un material de debate y difusión.

PROPUESTA DE COMISIONES

• Trabajadores de la comunicación
• Pymes y medios locales
• Medios comunitarios
• Cooperativas y medios de la economía social
• Políticas públicas de comunicación
• Investigación y capacitación
• Comunicación (incluye intercambio de contenidos)
• Planificación estratégica de contenidos
• Juventud, política y comunicación.

COMISION POLÍTICA

Encargada de articular el desarrollo global y coordinar una agenda programática.
Realiza el mapa de recursos humanos y comunicacionales del espacio.
Convoca a tareas a los compañeros que quieran participar de:

-Relaciones Institucionales
-Administración y Recursos
-Organización y federalismo.